La historia del Señor de los Milagros comienza en el siglo XVII en Lima, Perú. En el barrio de Pachacamilla, un grupo de esclavos africanos construyó una humilde capilla, y uno de ellos, de origen angoleño, pintó en una pared una imagen de Cristo crucificado. Esta imagen se convertiría en el ícono central del culto.
El terremoto de 1655
El 13 de noviembre de 1655, un fuerte terremoto sacudió Lima y destruyó gran parte de la ciudad. Milagrosamente, la pared que contenía la imagen del Cristo permaneció intacta, lo que fue considerado un signo divino por los fieles. Este evento marcó el inicio de la devoción masiva hacia la imagen, que fue conocida como el “Cristo de Pachacamilla” y, más tarde, el “Señor de los Milagros”.
Fundación de la Hermandad
Con el tiempo, la devoción creció, y en 1687, otro terremoto golpeó la ciudad, pero nuevamente, la imagen permaneció en pie. Este nuevo milagro consolidó la fe de los limeños. Ese mismo año, se fundó la Hermandad del Señor de los Milagros, encargada de organizar las procesiones anuales.
Las Procesiones
Las procesiones del Señor de los Milagros, que ocurren en octubre, son uno de los eventos religiosos más grandes de América Latina. Cada año, miles de devotos vestidos de morado acompañan la imagen por las calles de Lima. El color morado se adoptó en honor a las Nazarenas, un grupo de mujeres devotas que vestían ese color y promovían la veneración al Cristo.
Impacto Cultural
La devoción al Señor de los Milagros se ha extendido no solo en el Perú, sino también en las comunidades peruanas alrededor del mundo. Durante las procesiones, se reza por la paz, la salud y la unidad familiar, y muchos devotos agradecen los favores recibidos. La imagen del Señor de los Milagros es vista como símbolo de protección y esperanza frente a las adversidades.
Hoy en día, el Señor de los Milagros es considerado el santo patrón de Lima, y su devoción sigue siendo una de las más profundas y significativas en la religiosidad popular peruana.